VIAJE DE CHICAS
Hace ya diez días que las chicas de Webles estuvimos de fin de semana en Oporto y aún nos dura la morriña. La verdad es que en un viaje de chicas no es difícil pasárselo bien y si, además de la compañía el destino es especial, ya ni te cuento. Y es que estuvimos tan a gusto que me apetece compartir contigo el sabor de esta ciudad abierta y acogedora.
A mí las ciudades que más me gustan son esas “pateables”: las que se pueden recorrer a pie sin problemas y en las que al poco te mueves por ellas como si las conocieras de toda la vida. Y Oporto es una de ellas. Te pones a callejear dejándote llevar por la marea de gente que sube y baja las empinadas cuestas y disfrutando del simple hecho de pasear y ya te has convertido en una “tripeira” o portuense más.
La primera impresión que me produce el centro de Oporto es la de decadencia: edificios antiguos que vivieron tiempos mejores, con fachadas azulejadas de mil colores que están pidiendo a gritos un lavado de cara. ¿O no? Porque quizás ahí resida el encanto de Oporto, en esa sensación de fragilidad, de castillo de naipes que se sostiene milagrosamente.
Si le preguntas a un portuense por una característica de su ciudad te dirá que Oporto siempre está en obras. Y es verdad: los esfuerzos por recuperar el casco antiguo van dando sus frutos, pero todavía queda por hacer y donde no están rehabilitando una fachada están arreglando una calle. ¿Y qué? Forma parte de su encanto. Como también lo es encontrarte en las ventanas de Ribeira, a orillas del Duero, con la ropa tendida al sol, poco menos que impensable en muchas ciudades europeas, donde la parte antigua parece un decorado de película, muy bonito, muy cuidado y ordenado pero, para mi gusto, algo frío.
PATEANDO OPORTO

Ribeira es un barrio de origen medieval que se asoma al Duero desde sus estrechas casas de colores. Actualmente es una animada zona de copas, de románticos y recogidos restaurantes y de terrazas bulliciosas donde los visitantes disfrutan de las vistas del río y del impresionante puente de Luis I, que como un gigantesco mecano de hierro cruza hacia Vila Nova de Gaia.
Hay muchos miradores desde los que contemplar esta ciudad escalonada, cuyas calles descienden vertiginosas hacia el río, pero las mejor vistas se consiguen desde el otro lado del Duero, desde Vila Nova de Gaia. Te sonará seguramente por las famosas bodegas de vino de Oporto instaladas en esa orilla y que, si te gusta el vino, no debes perderte. También hay un montón de restaurantes y terrazas modernos con unas vistas privilegiadas de Oporto. Puedes llegar allí cruzando el puente a pie o en una de las barcazas que atraviesan el río.
Y aprovechando que el Duero pasa por Oporto, siempre apetece un paseo por la ría en las barcas de madera que antiguamente servían para transportar la uva hasta el puerto. Después de un día de patear resulta de lo más relajante.

VISITA OBLIGADA
Aunque va en gustos, yo creo que en Oporto todo el mundo visitala Estación de Ferrocarril de Sao Bento (San Benito), en el centro de la ciudad. Tiene el sabor de las antiguas estaciones de tren y un espectacular vestíbulo con las paredes completamente recubiertas de murales de azulejos azules que muestran escenas costumbristas y momentos históricos de Portugal. En un sitio tan bonito sería casi imposible enfadarse por el retraso del tren.
Después está el famoso Cafe Majestic, cuyo reloj se detuvo en la Belle Epoque. Es verdad que hay que pagar un poquito más por tomarse un café o un delicioso pastel aquí, pero merece la pena hacer ese viaje en el tiempo y encontrarte rodeada de espejos, volutas doradas y un ambiente maravillosamente decadente.
Hay un edificio que ya era muy conocido, pero que desde que corrió la voz de que esta librería inspiró a la autora de la saga de Harry Potter, se ha convertido en uno de los lugares más visitados de Oporto. De hecho, probablemente te tocará guardar cola para entrar en él. Se trata de la librería Lello. La verdad es que resulta abrumadora la belleza de sus escaleras, su artesonado delicadamente labrado en madera y la vidriera de colores que hace de lucerna en el techo.

Pero, pese a todo, yo quiero quejarme de un par de cosas que no me gustaron nada: una es que te hagan pagar cuatro euros para visitarla, que después te descuentan si compras un libro. ¿Pero qué libro? Es verdad que disponen de ediciones en un montón de idiomas, aunque cualquier librería de barrio está mejor surtida que Lello. En castellano tenían creo que cinco referencias y en otras lenguas no mucho más. Y si nos vamos a libros especializados por secciones la selección era igual de pobre. Así que después de dar muchas vueltas y recorrer la librería de arriba abajo tratando de amortizar mi inversión allí se quedaron mis cuatro euritos.
La catedral es otro de los sitios de obligada visita. Y quizás no tanto por el edificio en sí como por las vistas de la parte antigua que se contemplan desde mirador cercano.

Y hablando de miradores, hay una vista que me encanta. Para ello debes situarte en lo alto de la calle 31 de Janeiro.Desde allí se extiende como un enorme tobogán de ida y vuelta la calle en cuesta que baja hasta la avenida de la Libertad y vuelve a subir en línea recta la empinada Rua dos Clerigos, coronada por la torre del mismo nombre.

La espigada Torre dos Clerigos es probablemente el mirador más alto y singular de Oporto, aunque para llegar hasta lo alto hay que estar en forma, porque tendrás que subir los doscientos veinticinco escalones de la torre. Eso sí, el esfuerzo merece la pena.
¿Qué más? La Plaza de la Libertad, el Palacio de Cristal, el impresionante Palacio de la Bolsa. Seguro que me quedan muchos huecos por rellenar, pero esos ya te tocará descubrirlos a ti y, si te apetece, contárnoslo.
MIS TESOROS
Porque siempre que visitas Oporto te encuentras con algo nuevo: un rincón que no conocías, un vino diferente, una luz distinta. Y así ha sido en este viaje, en el que me sorprendieron y encantaron estos tres lugares de los que te voy a hablar:
A JOIA DA COROA
Ya había paseado muchas veces por la conocida Rua das Flores, cerca de la estación de Sao Bento, aunque no me había fijado en un local llamado A Joia da Coroa (La Joya de la Corona), y no me explico cómo, porque lo que primero llama la atención del edificio son su fachada y sus balcones decorados con cientos de flores de colores. En su interior alberga un salón de té la mar de elegante, con muebles de época y vajillas de porcelana; y en los pisos superiores una selección de tiendas y boutiques muy interesantes. Yo no soy precisamente una amante del té, ni siquiera del café, pero merece la pena sentarse a merendar y luego dar un paseo por las galerías comerciales. Y aunque esta vez me pilló con poco tiempo, fijo que para la siguiente no libra. Lo dejo en “tareas pendientes”.

GALERIA DE PARIS
La segunda sorpresa agradable tuvo lugar por la noche. Había estado en Oporto anteriormente con mi familia, en plan tranquilo y relajado. Esta vez, en cambio, viajé con mis amigas y hubo… ¡¡¡NOCHE DE CHICAS!!!
¡Cómo echaba de menos algo así! Nos informamos y después de cenar en un animado restaurante con música en directo encontramos una zona de marchilla cerca de nuestro hotel. Después de recorrerla terminamos aterrizando en la Galeria de ParIs, un bar de copas y baile que, después me enteré, también funciona como restaurante. La decoración es genial: un almacén de telas del principios del XX reconvertido, con las estanterías atestadas de juguetes y toda clase de cachivaches que puedas imaginar. No hay un centímetro de pared libre, te lo aseguro. Incluso tienen un seiscientos descapotable colgado en una de ellas. Y allí estuvimos bailando hasta las tantas, sacando el cuerpo de miserias.
De allí nos trajimos una anécdota y es que, nada más entrar, nos encontráramos una fabulosa lámpara hecha con lo que parecían un montón de trombones y que era igual que una que había incluido Chus en su post sobre decoración musical. ¡Casualidades de la vida!
MERCADO DEL BOLHAO
Por último, te traigo un lugar que me impactó profundamente. Se trata del Mercado del Bolhao, un antiguo mercado de abastos de estilo francés construido a principios del siglo XX y fabricado con estructura de hierro. Es posible que influyera el día de lluvia fría que nos tocó, el estado medio ruinoso de las galerías superiores, apuntaladas por andamios de hierro, o lo auténtico de los puestos, que formaban un batiburrillo algo caótico de verduras, flores, especias, embutidos, manteles y pescados; el caso es que me sentí transportada a un escenario casi de los años cincuenta, digno de “Amar en tiempos revueltos” o algo así. Digno de ver.

CONSEJOS PRÁCTICOS
MOVERSE POR OPORTO
No te recomiendo que muevas el coche para desplazarte dentro de la ciudad. Para ello es más cómodo usar las líneas de autobuses o incluso el metro. Coger un taxi también es una buena opción porque resultan bastante baratos. Aunque, a decir verdad, yo no me resisto al encanto de dar un paseo en uno de los viejos tranvías amarillos que recorren el centro.
Hay que reconocer que aunque tienen su encanto, las largas cuestas de Oporto son a veces una lata, así que para subir a la parte alta funciona un funicular que en un periquete te desplaza desde la Ribeira, muy cerquita del puente Luis I, hasta las proximidades de la catedral. Además de evitarte una caminata disfrutarás durante el trayecto de unas preciosas vistas del río y de Vilanova de Gaia.

También en Gaia puedes hacer un recorrido en teleférico con unas vistas impresionantes del río y las bodegas.
¿Y el mejor medio de transporte? Patear la ciudad, sin duda. Y cuando te canses, siéntate a degustar un café y un delicioso pastel, porque de eso sí que pueden presumir en todo Portugal: de una repostería excelente.
HORA DE COMER

Y hablando de reponer fuerzas, además del conocido bacalhao hay dos platos portuenses muy característicos y los dos muy contundentes: las tripas, una especie de potaje de callos (de ahí su nombre), carne y alubias, y las famosas francesinhas. Las francesinhas son algo parecido a un sándwich gigante relleno de carne y embutido, cubierto con un montón de queso gratinado y una salsa picante de tomate y, a veces, como extra, con huevo incluido. Para estómagos a prueba de bomba.
La verdad es que está muy buena, pero creo que tardé un par de días en hacer la digestión. Puede que viniera bien un vinito de Oporto como digestivo…

Y como te decía antes, déjate tentar como un niño por los escaparates repletos de pasteles de las confiterías que encontrarás a cada paso. Y si además te gusta el café fuerte, estás en tu casa.
¿VAMOS DE COMPRAS?
Una vez que hayas repuesto fuerzas, si quieres comprar algún souvenir lo encontrarás sin dificultad en la Ribeira.
Por otro lado, la Rua de Cedofeita y la Rua de Santa Catarina son calles comerciales con multitud de tiendas y cafeterías; de hecho, en esta última se encuentra el famoso Cafe Majestic del que ya hablamos antes.
También hay varios centros comerciales muy interesantes como el Norteshopping, el Via Catarina, el Shopping Cidade de Porto o el Alameda, muy cerca del campo de fútbol de Oporto, el Dragao. Así que si te gusta el deporte puedes aprovechar para visitar de paso este moderno estadio.
Oporto, además de ser una ciudad antigua, con solera, también es una ciudad viva, moderna y amante del diseño: textil, calzado, complementos, decoración, joyería, fotografía,… La innovación partiendo de la tradición define a los artistas de esta ciudad, que ponen un toque imaginativo en todas sus propuestas.
Para conocer el sitio más cool del diseño en Oporto debes desplazarte al Barrio de las Artes y plantarte en la Rua Miguel Bombarda, repleta de galerías de arte, moda alternativa, artesanía e incluso alojamientos y restaurantes temáticos. ¿Tema? El arte, por supuesto.
FIN DEL TRAYECTO
Bueno, este viaje ya toca a su fin. ¿Y qué? ¿Te ha gustado el recorrido? Pues ya sabes, tienes un montón de excusas para visitar esta maravillosa ciudad. Yo no perderé la ocasión si se me presenta. (Y si es solo con chicas otra vez, ¡mejor!).

Hasta la próxima.
Desde luego que es una ciudad con algo muy especial. Estuve allí hace dos años y me encantó, pero pienso volver y visitar esa zona moderna y más «cool» de la que hablas al final. Saludos.
¡Buena idea! No dejes de visitarla, recuerda que el diseño portugués está de moda y cuando conozcas el Barrio de las Artes de Oporto comprenderás por qué.
Muy completo. Me ha encantado, sobre todo una envidia sana por la excursión de chicas, supongo que comprarías vino de Oporto para cocinar o para beber con los aperitivos, si me puedes recomendar alguno … esta visita la tengo pendiente y no creo que tarde en ir.
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